AFUERA
ALBERDI – ROSARIO SORIA
Apariciones
Mayólica ubicada en la pared exterior del Estadio Julio César Villagra Club Atlético Belgrano., Córdoba, Argentina.
La historia de Rosario Soria es la de una socia fundadora de un club de fútbol. Un proyecto que ayudó a poner en marcha doblegando resistencias y del cual formó parte activa hasta el final de su vida.
Para conocerla nos situamos a inicios del siglo XX, cuando Córdoba era una ciudad de unos cien mil habitantes, en crecimiento por el estímulo estatal a la inmigración, la expansión del territorio y el tendido del ferrocarril.
La familia de Rosario y su esposo Nicolás Lascano tuvo cinco hijos varones y dos hijas mujeres, las cuales fallecieron muy jóvenes. Los varones eran entusiastas practicantes del fútbol, una forma de esparcimiento que había llegado al país un par de décadas atrás con los trabajadores ferroviarios ingleses y que rápidamente se volvió popular entre la población.
Para participar de los torneos, cada vez más convocantes, era necesario integrarse a un club o fundar uno. Esta forma de organización social y deportiva, que también fue incorporada de los inmigrantes ingleses y que era bien vista por las autoridades estatales por promover el ejercicio de la ciudadanía y el esparcimiento saludable, abría a los practicantes amateur una oportunidad de reconocimiento y ascenso en la escala social.
Los hermanos Lascano y sus amigos se aplicaron a la tarea de conformar su propio club y Rosario colaboró con ello desde el primer día. Lo hizo en contraposición a su esposo, quien no veía con agrado que sus hijos y su esposa estuvieran relacionados con el fútbol. El gesto mínimo de salir de su casa escondiendo la pelota en la bolsa de las compras dio paso más adelante a una serie de aportes fundamentales para que el club existiera.
Rosario fue la adulta responsable gracias a quien los jóvenes, que eran menores de edad, incluido el presidente Arturo Orgaz, pudieron inscribir su club para participar de los torneos locales.
El nombre que dieron al club, en homenaje a Manuel Belgrano, era también pretendido por otro grupo de jóvenes, disputa que lograron resolver jugando un partido de fútbol. Ese otro grupo, que perdió el partido 2 a 1, también estaba acompañado por una mujer, de cuyo nombre no quedó registro. Esta es también la historia de esas otras mujeres y sus tareas de acompañamiento y cuidado de los jóvenes y sus proyectos.
De la bandera nacional creada por Manuel Belgrano, fue Rosario quien eligió el color celeste para dar identidad al club. Con él tiñó las primeras camisetas del equipo y durante varios años fue la encargada de lavarlas y volverlas a teñir. En el patio de su casa podían verse, colgando una al lado de la otra junto a la ropa de la familia.
Como todo club, Belgrano necesitaba una cancha. De los primeros picados jugados en los terrenos aledaños al hogar de la familia pasó casi una década y varias sedes hasta llegar en 1914 a la actual ubicación del club. Esa zona, que en 1910 había sido renombrada como Pueblo Alberdi, se conocía anteriormente como Pueblo La Toma, nombre que hacía referencia a la toma de agua del río emplazada allí para abastecer a la ciudad durante el asentamiento colonial. En esta zona habitaban -y hasta el día de hoy lo hacen- descendientes del pueblo comechingón camiare, una historia que el club ayuda a mantener viva dando visibilidad a las acciones de la comunidad comechingona y reconociéndose públicamente como parte de un barrio multicultural, obrero, estudiantil y popular.
Le reivindicación del rol de Rosario como artífice fundamental en la fundación del club Belgrano de Córdoba se da a partir de que la institución investiga y difunde su historia en el marco de las actividades del Día Internacional de la Mujer en el año 2015, cuando el club estaba celebrando 110 años de existencia. Este logro fue fruto de un trabajo conjunto entre distintos actores, con un rol clave de la subcomisión de Cultura del club y el Museo de Antropología de la ciudad.
Rosario estuvo comprometida con la institución, asistiendo a todos los partidos hasta el fin de semana previo a su fallecimiento en 1948.
La historia de Rosario es así la de la fundación de un club y también la de una re-fundación simbólica, la que ocurre cada vez que un colectivo le hace honor a su historia, revisando las formas en que la misma ha sido contada.
Este relato de su historia fue posible gracias a la ayuda de la nieta de Rosario, Nélida Lascano, y su familia. En una entrevista, Nélida invita a tomar dimensión de lo que Rosario logró en el marco de la época en que lo hizo: una mujer que con su trabajo aportó al crecimiento de un deporte reservado para los hombres mientras sostenía su trabajó en el hogar y la crianza de sus hijos.
Sobre la serie Apariciones
Este retrato integra la serie “Apariciones” . Cada retrato reconstruye la imagen de una mujer que habitó la ciudad de Córdoba y suma un eslabón a la tarea de mantener viva nuestra historia oral.